La nota es la nevada que se da en Nuevo León en plenos festejos del día del amor y la amistad, terminando el 14 e iniciando el 15 de febrero.
Atípica le llamaron los meteorólogos, histórica la definieron porque en algunos sectores se llegó a 5, 6 o 7 grados bajo cero.
Volvimos a recordar las estrategias de contención, tapar tuberías con periódico, plástico y otros materiales, revisar anticongelante de los autos y cuidar plantas, mascotas y artículos que puedan sufrir daños por congelamiento.
Histórica sí, por darse en la segunda mitad de febrero, no porque sea novedad, lo novedoso es que dejó de hacer frío intenso en los inviernos de Nuevo León.
En 1983 se vivió en Monterrey y municipios aledaños la peor helada en los recientes 40 años. Recuerdo la noche del 24, los canales de televisión llegaron a marcar -11 grados centígrados.
Ese invierno la cosecha de naranja y mandarina se perdió, hubo quiebra en muchos intermediarios quienes compraban la naranja en las huertas y la vendían a jugueras o empacadoras.
Ese año esperábamos una gran cosecha en las huertas familiares. Jugando a ganar un poco más, esperamos junto a otros propietarios de huertas para vender hasta el final para que aumentara un poco el valor de la naranja.
Las pérdidas fueron irreparables en la economía familiar, hubo que regalar toneladas de naranja, piscarlas, sacarlas de la huerta y tirarlas en la carretera Cadereyta-Allende a que la gente las llevara regaladas.
Una práctica frecuente cuando el valor de la naranja era tan bajo que no redituaba venderla. Mi familia, desde mi abuelo, acostumbraba a regalar toneladas en esas condiciones.
Esa helada, recuerdo se decía era de hielo negro, el peor de todos porque al acabar el frío y calentar el día, la fruta y los árboles comienzan a morir.
Naranjos y mandarinos con más de 30 y 40 años, fueron víctimas mortales del frío, hubo dueños de huertas quienes metieron “mano de chango” o los llamados bulldozers para arrancar desde raíz los árboles.
En mi familia apostamos por salvar los sobrevivientes, podando las ramas quemadas por el hielo y sembrando “las fallas”, como se llama a los huecos que quedan en una huerta al morir un naranjo.
La economía se desestabilizó, pero fue salvada gracias al ingreso familiar y a la cultura de ahorro en la familia. En mi caso, tenía 4 meses de trabajar como maestro normalista y había cobrado mis primeros salarios. Un mundo de dinero para quien tenía aún 17 años y medio.
El invierno del 84 del siglo XX fue crudo más no de las magnitudes del anterior. La temperatura bajó y congeló tuberías de agua y gas natural, al igual que el año anterior; las fugas no se dejaban esperar una vez que se descongelaba el líquido o el gas según fuera el caso.
Siguieron grandes heladas como la de 1985 donde colgaban estalactitas de hielo en los techos, luego en 1989 otra de -8 o -9 grados, en ésta se me reventó el motor del carro, recuerdo.
Era y sigue siendo práctica recurrente cubrir las tuberías expuestas a la intemperie con periódicos y plástico para evitar se congele el producto en su interior. Ahora existen unos gusanos especiales que hacen más sencillo y seguro el proceso, en aquel entonces había que cubrir con papel y plástico.
Los anticongelantes no eran un producto generalizado como ahora, por ello al carro había que tirarle en las noches el agua del radiador y del tanque del limpiabrisas.
Los fríos bajo cero eran recurrentes cada año, lo atípico eran inviernos sin frío. El frío en el invierno nuevoleonés no es atípico, lo atípico es la fecha.