El presente texto es un fragmento de un ensayo mayor
Entre la comunidad de cronistas existe con frecuencia confusión sobre la labor del cronista de alguna institución. Lo puede haber en comunidades, municipios, estados, universidades, instituciones filantrópicas y de otra índole, sin embargo, con frecuencia se confunde su labor con la del historiador.
El cronista recoge sucesos que han de trascender, lo mismo pueden ser grandes momentos de una sociedad, que pequeños hechos propios de la microcultura. El cronista tiene la función de relatar los acontecimientos de su tiempo y cuya trascendencia merecen ser preservados para la posteridad.
El cronista no es historiador y con frecuencia se vive esta confusión, el historiador estudia, investiga y difunde los hechos que han marcado a una sociedad, sea en lo macro o lo micro. El historiador recurre a fuentes históricas, salvo la historia del tiempo presente, en las demás corrientes históricas, las fuentes ya están dadas, el historiador sólo las estudia, compara, evalúa y con fundamento científico las interpreta.
El cronista «cronica» (uso el verbo «cronicar» y aunque no es reconocido, creo la crónica merece su propio vocabulario), describe los hechos en forma temporal a partir de su momento y hacia atrás si es necesario. La narración a partir de un orden cronológico es fundamental en la crónica, no así en la historia.
La crónica histórica se enfrenta al problema de no tener categorización propia. Existe la crónica periodística, la musical, deportiva, taurina y policiaca entre otras, pero no se reconoce a la histórica como un tipo de crónica diferente.
Por ello, los cronistas asumen la crónica periodística como el modelo a seguir, no significa que esto sea equívoco, pero no cumple con el rigor de escribir una crónica histórica.
La crónica histórica, la que escriben los cronistas de diversas instituciones no son narraciones pensadas sólo para su lectura en tiempo presente, su contribución debe trascender el tiempo y servir de fuente para la investigación a los historiadores del futuro. Mientras la crónica periodística no está obligada a comprobar la veracidad de sus hechos porque responde a la inmediatez del quehacer periodístico, la crónica histórica debe necesariamente cumplir con los principios de veracidad, objetividad e imparcialidad.
La crónica periodística con frecuencia contiene elementos subjetivos de quien la escribe o de las fuentes del periodista, esto impide que su contenido pueda ser una fuente confiable en investigaciones históricas a futuro.
El cronista histórico debe trabajar sobre los sucesos de su tiempo, pero sus crónicas pueden ser de corte longitudinal o transversal, es decir, pueden retomar un tema y desde éste, recorrer el tiempo hacia atrás, por ejemplo: las inundaciones, las nevadas, las sequías, por citar algunos casos de crónicas históricas que pueden ser longitudinales. En contraparte, las transversales son las que «cronican» un suceso solamente como caso de estudio o en un período determinado del tiempo, por ejemplo: un proceso electoral, un choque, la aparición de un oso en una vivienda.
La crónica histórica tiene diversas fuentes. El testimonio de primera o tercera persona es una herramienta valiosa, pero este recurso de la historia oral o de la crónica debe ser contrastado mediante el método comparado de las investigaciones en ciencias sociales, además de utilizar la hermenéutica y la interdisciplinariedad de las ciencias para comprobar la validez del suceso tal cual se plasma en la crónica.
También existe el asunto de la memoria como elemento en los testimonios, entre mayor sea el tiempo entre el suceso y su narración, mayor es la probabilidad de que la memoria reconstruya pasajes, distorsione momentos o complemente desde la inventiva algunos hechos fragmentados en la descripción.
Otras fuentes de la crónica histórica son los documentos de archivos, los archivos hemerográficos, fotográficos, las videotecas, libros de corte académico y ahora también las fuentes del internet, de las redes sociales y la inteligencia artificial.
El cronista debe contrastar la información de una fuente con otras fuentes y no darlas por verdad de inmediato. Toda fuente de información tiene una motivación para narrar su verdad de los hechos, que no necesariamente es la verdad.
El cronista histórico está obligado a escribir desde la imparcialidad pretendiendo registrar la verdad, con objetividad y disminuyendo la subjetividad de sus motivaciones y las de sus fuentes.
El cronista histórico debe «cronicar» sabiendo que escribe la historia que se leerá en el futuro.