Francisco I. Madero fue un presidente demócrata, creyente como pocos en la democracia, sin embargo, cometió cuatro errores que desembocan en su muerte; consecuente a ese proceso final nace el ejército mexicano moderno.
Dos momentos a distancia de diez días enmarcan el simbolismo de lealtad de las fuerzas armadas a los gobiernos civiles constitucionales. El primero, la marcha de la lealtad del 9 de febrero de 1913 y el segundo, el decreto emitido el 19 de febrero siguiente por Venustiano Carranza con el cual desconoce al gobierno de Victoriano Huerta.
Francisco I, Madero en apenas seis meses logra que el 25 de mayo de 1911, firme su renuncia Porfirio Díaz. A partir de ese momento el poder político de México queda en sus manos y los acontecimientos posteriores son su responsabilidad.
El primero de los errores políticos del coahuilense fue derivado de su apasionamiento democrático, no quiso asumir la presidencia de México en forma de provisional por lo que deja a un encargado y él se lanza en campaña para conquistar por las urnas el poder ejecutivo federal.
Férrea vocación democrática, pero un error que marca el resto de su vida. Si ya levantó al país en armas y logra la expulsión del dictador, lo siguiente es afianzar el control de las instituciones políticas y no dejarlas en manos de los porfiristas, en este caso, uno de los más recalcitrantes: Francisco León de la Barra.
El mandato provisional de León de la Barra quebrantó el liderazgo de Francisco I. Madero. Lo fracturó con los grupos de Morelos al grado que León de la Barra envía a Victoriano Huerta a masacrar a la población.
En consecuencia, debió acudir el mismo Madero y enviar a Felipe Ángeles para implementar el control de daños y aplacar el malestar de los afectados, entre ellos Emiliano Zapata. La razón es porque nadie veía la toma de decisiones en de la Barra, todos asumían que el poder lo ejercía Madero, lo cual no fue real.
El segundo error se da luego del 6 de noviembre de 1911 cuando asume la presidencia de la república. En ese momento aleja a quienes lo llevaron al poder. Abraham González se queda en el gobierno de Chihuahua, Pascual Orozco y Francisco Villa, los dos brazos armados del maderismo son orillados, marginados del poder luego de ganar la revolución. La consecuencia es el levantamiento de Orozco con ayuda de los antiguos enemigos de Madero.
El tercer error, el de entregar las fuerzas armadas a sus enemigos comienza en esa etapa, cuando designa a Victoriano Huerta como jefe del ejército del norte para combatir a Orozco. Sin capacidad táctica por parte de Huerta, debe pedir el presidente a Villa que apoye las acciones, terminando el de durango con el levantamiento de su antiguo jefe de armas.
Entre esos errores hay otro intrínseco a la personalidad del estudiado en París y ciudades de EUA; era refractario con los diferentes a su clase social. Quizá por ello veía a Orozco y Villa como poco meritorios a ser de su equipo, el origen humilde de éstos y lo poco letrados debió influir.
Esto puede explicar porque apoyó a Huerta en su linchamiento contra Villa al punto de que lo hubieran fusilado de no ser por Abraham González y Raúl Madero.
La decena trágica significa el empoderamiento de los porfiristas enemigos de Madero, entre ellos Félix Díaz, Manuel Mondragón y Bernardo Reyes quienes, por cierto, pretendieron sumar al golpe de Estado a Villa, quien se negó por lealtad.
En todo ello, la lealtad de los cadetes y la creación del ejército constitucionalista serán el semillero para las modernas fuerzas armadas mexicanas.